
Historia
La cuidad de Hellín está situada al sureste de la península, en la provincia de Albacete y dentro de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha. Con sus 30.306 habitantes es el segundo municipio más poblado de la provincia después de la Capital. Hellín es un lugar acogedor, alberga en su interior una riqueza peculiar, caracterizada por su clima, entorno natural, patrimonio cultural, Industria, gastronomía, tradiciones, destacando sobre todo su Semana Santa… y sobre todo, la belleza más grande la encierra cada uno de sus habitantes que hace que éste lugar forme parte del colorido, multiforme y pintoresco mapa de España.
Con sus 30.306 habitantes es el segundo municipio más poblado de la provincia después de la Capital. Hellín es un lugar acogedor, alberga en su interior una riqueza peculiar, caracterizada por su clima, entorno natural, patrimonio cultural, Industria, gastronomía, tradiciones, destacando sobre todo su Semana Santa… y sobre todo, la belleza más grande la encierra cada uno de sus habitantes que hace que éste lugar forme parte del colorido, multiforme y pintoresco mapa de España.
En cada rincón de la geografía española encontramos huellas del rico patrimonio artístico religioso que nos recuerdan las profundas raíces en las que se fundamentan la fe del pueblo.
Como un eslabón más de esa historia viva, la entonces villa de Hellín, se vió enriquecida con la llegada de los frailes Menores en 1524, que, a su vez promovió el florecimiento en la población de los ideales de vida religiosa de la Tercera Orden Franciscana. Pronto se hizo conveniente que hubiera un monasterio de la Orden de Santa Clara en la villa “para que las doncellas principales y honradas, virtuosas y honestas que quisiesen ser monjas no se tengan que ir a otro lugar”





Esta fundación se llevó a cabo a instancias del bachiller don Luis de Caravaca, beneficiado de la parroquia de Santa Catalina de la ciudad de Murcia, quien, en el año 1601, declara en su testamento que, “es mi voluntad como siempre lo ha sido de fundar un monasterio de monjas religiosas de la Orden de San Francisco baxo la regla de Santa Clara en mis casas propias de morada que tengo en esta Villa con un guerto que ay en ellas con agua perpetua que tiene y todas las casas accesorias y solares que están junto dellas.”
Una vez obtenida la licencia del ministro general de la Orden de Frailes Menores, del Obispo de Cartagena, don Alonso Coloma, y la real cédula de Felipe III, el 22 de julio de 1604 llegaron a Hellín las fundadoras procedentes de los monasterios de Murcia, Orihuela y Alcocer.
Desde su llegada a Hellín comparten las alegrías, tristezas, preocupaciones y anhelos, tanto de sus conciudadanos como de cuantos se encomendaban a su intercesión y consejo.
Como consecuencia de ése compartir las alegrías y tribulaciones de la sociedad, la comunidad vivió la supresión de las congregaciones femeninas que se consumó con la publicación de la Ley de 29 de julio de 1837. Las religiosas fueron despojadas de su patrimonio. También en 1936 tuvieron que abandonar el Monasterio con motivo de la guerra civil, pudiendo regresar un 22 de julio, tres años después. En el recorrido por las vicisitudes históricas que han marcado estos años de fundación: conflictos armados, persecución, penurias económicas y desapropiación, desamparo institucional, exclaustración… aquellas mujeres no vacilaron en su propósito de entrega fiel y generosa, sufrieron y sobrevivieron. Supieron rehacerse de las adversidades con sacrificios y penurias.
Debido a los desperfectos sufridos en la guerra, el Monasterio nunca pudo restaurarse debidamente por falta de medios económicos, lo que obligó con el paso de los años a tomar la decisión más sencilla y menos costosa, como fue la construcción de una nueva edificación en el paraje donde está ubicado actualmente el Monasterio.
Somos responsables de la herencia transmitida, deudoras de aquellas que nos precedieron en este camino de fe y de esperanza; de tantas vidas entregadas en el silencio del claustro, que supieron, con su oración, mantener vivo el espíritu de Santa Clara.
